• Christian Bafomec

    Crhistian Bafomec  (Lima, 1993), Ha publicado en la antología Ese Puerco Existe (C.A.C.A Editores, 2012), Enero en la Palabra 2014 y en distintas revistas y blogs de literatura.  Ha publicado el libro TRANS/MUN/DACION (Senaju, 2015) como parte de la antología de ganadores del premio nacional de poesía joven Javier Heraud. Tiene 4 libros en archivos de word y excel de drive que aún duda en publicar. Trabaja actualmente, junto a Roberto, en un proyecto de editorial online: Colección Pynchon.
    Es editor -junto a Roberto Valdivia- de la revista de literatura Poesía Sub25, en donde también administra el contenido gráfico y escrito del sitio web ( poesiasub25.com ).


    ELEMENTOS SAGRADOS DE LA MATERIA 
    (extracto)


    Elemento_2: Arden fetos en la ciudad

    En los nuevos nacimientos del nuevo orden de la nueva galaxia de la nueva manifestación de la religión del clítoris, un cuerpo florece bajo del trópico de cáncer /y bajo el trópico del sida una mujer grita porque de su vientre brotan soldados, tanques y aviones despedazando su vagina y pidiendo amor a gritos / y bajo el trópico del ébola una anciana guarda su bandera negra e incendia una bandera militar, y busca hierbas, y pisco y coca mientras su corazón parcha / y bajo el trópico de la epilepsia, los perros gritan consignas de amor en las avenidas Abancay, Wilson, Arequipa y Tacna / y bajo el trópico del cólico menstrual, cincuenta travestis abortan rodeando la plaza San Martín y de sus fetos brotan capitanes, coroneles y cabos de infantería que predican nuevas formas de sexualizar en las escuelas / y bajo el trópico de la neurosis, explota el primer cochebomba, los fetos dejaron ya su placenta y desfilan en la parada de Julio alrededor de gentes con hermosos penes sobre sus bocas, el presidente se inyecta heroína y no puede dejar de tocarse el pene, el fuego inunda la ciudad como un aluvión de papas fritas, segundo cochebomba, del Ministerio de la Mujer salen puros hombres con sus correas en las manos y a las sirvientas les sangra el uniforme, tercer cochebomba, se destroza el jirón Quilca, los borrachos explotan y de sus órganos brotan canchita pop-corn, los vendedores de pulseras, pipas y ganya se derriten en el fuego, aunque la mariguana les hace ver ángeles calientes abrazándoles la espalda, cuarto cochebomba, los militares vienen corriendo desde la Colmena, desde el Jirón de la Unión, desde Nicolás de Piérola, vestidos de verde como los dinosaurios, los policías usan minifalda y andan borrachos besando a los mendigos en sus bocas, el jirón Quilca es la nueva áfrica el año cuatromil, el jirón Quilca es un valle de luz, es la apertura del cielo desde donde empiezan a descender fetos de las estrellas con pistolas en lugar de órganos genitales, y nos tapamos el rostro, personas decentes somos, personas coquetas que le dicen sí a la puta guerra, sí a la puta noche, misiles vengan a mi pecho y florézcanme orgasmos, tus manos blancas, tus manos grandes, armonía, pelotón, destino, quinto cochebomba tu pene, sexto cochebomba tu cuerpo flaco y drogado bailando bajo la lluvia, séptimo cochebomba, no hay más guerra que la de los hombres hermosos conquistando a hombres hermosos, octavo cochebomba, la misma anciana ha abandonado las banderas por los dildos, la misma anciana muestra su concha como un tótem de música pagana, la misma anciana seduce a los militares de la plaza san Martín y de ellos sólo hay escalofríos y rosas. Noveno y décimo cochebomba, no hay más banderas ni territorios, el fuego consume a los roedores y a los militares, la religión del clítoris ha desaparecido junto al futuro incendiándose. No hay más religión. No hay más militares, no hay más asfixias en tu corazón. Sólo las drogas aliviarán nuestros ataques de los nervios, el asma, el pánico, los nervios / las alergias a los bosques, la oscuridad, la desesperación, la hipocondría, el psicosoma, tu mamá está lejos. Si no hay drogas, la ciudad no existe.

    Sentado en el primer starbucks que encontré mientras intentaba subsanar el tiempo que perdí buscando una señal de wi-fi, cuando me despidieron medio día en el trabajo y tenía los pies helados y mi laptop se quedaba sin batería y bebía un café amargo y mordía un emparedado vegetariano que no me gustó, y tenía gripe.

    Últimamente me he sentido con barba y de ochenta años y sin una pisca de control y casi enmarrocado primero por unos dedos y luego por unas trenzas y luego por el amor y luego por el ahogo y luego por un policía golpeándome en la cabeza y luego por la llegada de los ovnis siendo entrevistados en la televisión y mi ceguera cada vez más prominente y el terrorismo del amor en plena caída de su imperio y mi pene herido de guerra y la hoz y el martillo convertidos en el nuevo logo de Starbucks, y los niños odiando la industria robótica y escribiendo nuevos tratados de cómo jugar al balón. Vi las ventanas de mi cuarto siendo dibujadas por un holograma y vi mi laptop solar quedándose sin batería porque afuera sólo había nubes que despedían piedras y serruchos, y vi mi laptop quedándose sin señal porque estaban colocando un nuevo techo al mundo sobre el techo de Sudamérica que estaba sobre el techo del Perú que a su vez protegía el techo de Lima que escondía al techo de Lince sobrepuesto sobre el techo de la avenida Canadá, y yo estaba bajo el techo de mi cuadra bajo el techo de mi casa bajo el techo de mi cuarto bajo el techo de mi paraguas bajo el techo de mis pelos largos y el techo de mis piojos y el techo de las células enfermas enterradas en mi memoria y en mi plato vacío y mi celular muerto y una piedra sosteniendo una pata de mi cama y con la única luz tenue de la pantalla en donde escribo todas estas quejas, mis ojos tienen vidrios y parecen ventanas laceradas por un arcabuz en primavera.

    Ya casi no hay gente en StarBucks y me duele un poco la barriga.

0 comentarios:

Publicar un comentario