Es
editor -junto a Roberto Valdivia- de la revista de literatura Poesía
Sub25, en
donde también administra el contenido gráfico y escrito del sitio web ( poesiasub25.com ).
ELEMENTOS
SAGRADOS DE LA MATERIA
(extracto)
Elemento_2: Arden fetos en la ciudad
En los nuevos nacimientos del nuevo orden
de la nueva galaxia de la nueva manifestación de la religión del clítoris, un
cuerpo florece bajo del trópico de cáncer /y bajo el trópico del sida una mujer
grita porque de su vientre brotan soldados, tanques y aviones despedazando su
vagina y pidiendo amor a gritos / y bajo el trópico del ébola una anciana
guarda su bandera negra e incendia una bandera militar, y busca hierbas, y pisco
y coca mientras su corazón parcha / y bajo el trópico de la epilepsia, los
perros gritan consignas de amor en las avenidas Abancay, Wilson, Arequipa y
Tacna / y bajo el trópico del cólico menstrual, cincuenta travestis abortan rodeando
la plaza San Martín y de sus fetos brotan capitanes, coroneles y cabos de
infantería que predican nuevas formas de sexualizar en las escuelas / y bajo el
trópico de la neurosis, explota el primer cochebomba, los fetos dejaron ya su
placenta y desfilan en la parada de Julio alrededor de gentes con hermosos
penes sobre sus bocas, el presidente se inyecta heroína y no puede dejar de
tocarse el pene, el fuego inunda la ciudad como un aluvión de papas fritas,
segundo cochebomba, del Ministerio de la Mujer salen puros hombres con sus
correas en las manos y a las sirvientas les sangra el uniforme, tercer
cochebomba, se destroza el jirón Quilca, los borrachos explotan y de sus
órganos brotan canchita pop-corn, los vendedores de pulseras, pipas y ganya se
derriten en el fuego, aunque la mariguana les hace ver ángeles calientes
abrazándoles la espalda, cuarto cochebomba, los militares vienen corriendo
desde la Colmena, desde el Jirón de la Unión, desde Nicolás de Piérola,
vestidos de verde como los dinosaurios, los policías usan minifalda y andan
borrachos besando a los mendigos en sus bocas, el jirón Quilca es la nueva
áfrica el año cuatromil, el jirón Quilca es un valle de luz, es la apertura del
cielo desde donde empiezan a descender fetos de las estrellas con pistolas en
lugar de órganos genitales, y nos tapamos el rostro, personas decentes somos,
personas coquetas que le dicen sí a la puta guerra, sí a la puta noche, misiles
vengan a mi pecho y florézcanme orgasmos, tus manos blancas, tus manos grandes,
armonía, pelotón, destino, quinto cochebomba tu pene, sexto cochebomba tu
cuerpo flaco y drogado bailando bajo la lluvia, séptimo cochebomba, no hay más
guerra que la de los hombres hermosos conquistando a hombres hermosos, octavo
cochebomba, la misma anciana ha abandonado las banderas por los dildos, la
misma anciana muestra su concha como un tótem de música pagana, la misma
anciana seduce a los militares de la plaza san Martín y de ellos sólo hay
escalofríos y rosas. Noveno y décimo cochebomba, no hay más banderas ni
territorios, el fuego consume a los roedores y a los militares, la religión del
clítoris ha desaparecido junto al futuro incendiándose. No hay más religión. No
hay más militares, no hay más asfixias en tu corazón. Sólo las drogas aliviarán
nuestros ataques de los nervios, el asma, el pánico, los nervios / las alergias
a los bosques, la oscuridad, la desesperación, la hipocondría, el psicosoma, tu
mamá está lejos. Si no hay drogas, la ciudad no existe.
Sentado en el primer starbucks que encontré mientras intentaba
subsanar el tiempo que perdí buscando una señal de wi-fi, cuando me despidieron
medio día en el trabajo y tenía los pies helados y mi laptop se quedaba sin
batería y bebía un café amargo y mordía un emparedado vegetariano que no me
gustó, y tenía gripe.
Últimamente
me he sentido con barba y de ochenta años y sin una pisca de control y casi
enmarrocado primero por unos dedos y luego por unas trenzas y luego por el amor
y luego por el ahogo y luego por un policía golpeándome en la cabeza y luego
por la llegada de los ovnis siendo entrevistados en la televisión y mi ceguera
cada vez más prominente y el terrorismo del amor en plena caída de su imperio y
mi pene herido de guerra y la hoz y el martillo convertidos en el nuevo logo de
Starbucks, y los niños odiando la industria robótica y escribiendo nuevos
tratados de cómo jugar al balón. Vi las ventanas de mi cuarto siendo dibujadas
por un holograma y vi mi laptop solar quedándose sin batería porque afuera sólo
había nubes que despedían piedras y serruchos, y vi mi laptop quedándose sin
señal porque estaban colocando un nuevo techo al mundo sobre el techo de Sudamérica
que estaba sobre el techo del Perú que a su vez protegía el techo de Lima que
escondía al techo de Lince sobrepuesto sobre el techo de la avenida Canadá, y
yo estaba bajo el techo de mi cuadra bajo el techo de mi casa bajo el techo de
mi cuarto bajo el techo de mi paraguas bajo el techo de mis pelos largos y el
techo de mis piojos y el techo de las células enfermas enterradas en mi memoria
y en mi plato vacío y mi celular muerto y una piedra sosteniendo una pata de mi
cama y con la única luz tenue de la pantalla en donde escribo todas estas
quejas, mis ojos tienen vidrios y parecen ventanas laceradas por un arcabuz en
primavera.
Ya
casi no hay gente en StarBucks y me duele un poco la barriga.
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