• Yaxkin Melchy

    Yaxkin Melchy. Ciudad de México, 1985. Acuario. 

    Escribió un libro titulado El Nuevo Mundo o el viaje del niño cósmico y las veinte estelas. (2006-2014) y Las estelas del infinito (inédito). También editó el portal de la Red de los poetas salvajes, la editorial Santa Muerte Cartonera junto con Héctor Hernández,  y las editoriales 2.0.1.2. y 2.0.1.3. http://recuerdosextraterrestres.blogspot.mx Organizó junto a un grupo de amigos los Festivales Subterráneo y Los Lenguajes Alienígenas en México.



    Don topo recuerda aguas cristalinas

    Qué será la realidad
    qué hay entre un poema y otro
    o la desaparición nuestra de otros sueños

    Fuiste mi fascinante estrella
    mi desierto y la nieve de las montañas.

    Comienzo coloreando el caos de mi mente
    y pongo un tulipán en el sol,
    dentro de él un siglo de nubes
    como algas que se enmarañan

    Miraré las sílabas alguna vez diciendo no palabras
    quitaré muchas partes a mi vida
    quitaré muchas partes a mi cuerpo
    para soltar mi cabeza y doblarla en miles de folios,
    haciéndome celeste, haciéndome luz
    es la celosía por donde salen las alas
    las ardientes llamas
    e insectos que parecen bosques,
    encantadoras letras donde el reino se fabula inconquistable,
    y desborda lo entendible
    como un órgano del que brotan más ramas a este siglo
    conversamos sólo tú y yo, cielo, por los pastos subterráneos de Cosmos, y quisiéramos creerlo, que conversamos con nosotros mismos,
    un volver a comenzar esa conversación con otras especies
    Qué encontraremos en el hielo de nuestros cerebros, derritiéndose
    ¿las febriles miniaturas que abren sus ojos en el escenario de baile?
    Señalamos los colores y las ecuaciones, pero no lo sabemos
    la correspondencia de la inexactitud y la duda que se enfrenta con los signos,
    sólo los libros tiemblan explicándolo todo,
    los muertos son luz muerta, son la cuenta regresiva
    que da al inicio un universo
    y también las estrellas se mueren dejando aquel humus brillante.

    Sílices de un sueño en el que lo múltiple atraviesa el agua cristalina
    haciendo un pequeño pozo dentro de una lengua
    el sol y la luna nadan en un eclipse sobre la boca de este tarro,
    y como si estas garras avanzaran por la cara oscura de tu rostro
    penetro en tu cuerpo invisible y miro adentro.

    Los gamos encendidos mientras bajan la montaña y las nubes que flirtean violetas, flores de galleta que ahora muerdes, también vi que en tus oídos crecen astas jóvenes, azules y luego púrpuras como marejadas brotando con sus ramas negras, trenzados arrecifes cuando subes a mi caparazón y dejamos de movernos, atolón que es luna en parpadeo.

    Vi que íbamos a morir yo en el agua y tú en el aire

    Y alguien soltó una carcajada y nos tocaron las yemas de millones de dedos,
    son instrumentos tocándonos en la noche, cuerdas, flautas
    son notas musicales como el cierzo entre los árboles borrachos,


    o estamos concibiéndonos ebrios en las esporas de una división divina.

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